Los resultados de esta práctica guiada y breve demuestran que no es necesaria excesiva dedicación y tiempo para poder practicar de manera eficaz. Es el ejercicio ideal para aquellas personas que consideran que no valen para meditar porque no aguantan sentados por mucho tiempo, que piensan que son demasiado ansiosos, que eso de meditar no es para ellos y tantas otras excusas. Una cosa es que uno no quiera practicar, lo que es totalmente lícito, y otra cosa es que que no lo haya intentado la forma que más se ajusta en cada caso.
La práctica de un minuto es un ejercicio que puedes intercalar en tu día a día haciendo una breve pausa en tu dinámica rutinaria. Podemos considerarla una meditación en la vida cotidiana. No es necesario esperar un momento tranquilo, de profundo silencio, tener un cojín o sentarnos de determinada manera. Simplemente necesitamos conectar con nuestra respiración natural, con las sensaciones corporales, con nuestras emociones o con cualquier ancla de nuestra elección que nos permita centrar la atención por unos instantes. El resultado de esta práctica realizada durante un tiempo es mayor comodidad en las sesiones, mayor claridad mental, capacidad de respuesta más adaptativa y un aumento de la creatividad.
La práctica de un minuto, contribuye a que vayas siendo más protagonista y responsable en la gestión de tus emociones, y que vayas siendo capaz de realizar prácticas de mayor duración. Rompe la dinámica mental del modo piloto automático caracterizado por estar descentrado y con pensamientos sin rumbo para ser más consciente y efectivo momento a momento. Te permite estar más presente en todas las tareas que realizas incluida la planificación de actividades.
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